Entre los cientos de artículos que vende la tiendecita de conveniencia que hay a pocos metros de un instituto, la mirada se va inevitablemente a una promoción que regala llamativos flotadores de colores. ¿Qué hay que hacer para conseguirlos? Comprar cajetillas de tabaco aromatizado.
La escena sucedía hace unos meses en Lima, en plena temporada de verano en el hemisferio sur. Y no es casual, en opinión de Hugo Córdova, representante de la Comisión Nacional Permanente de Lucha Antitabáquica (Colat) de Perú. “Son estrategias de márketing perversas dirigidas a adolescentes. Hemos comprobado que se intensifican en los alrededores de los centros escolares, con campañas que incitan a fumar cigarrillos saborizados en las que añaden regalos muy llamativos, de colores atractivos”, relata.
El consumo de tabaco lleva desde mediados de la década pasada cayendo lentamente en el mundo, de la mano de una regulación cada vez más estricta que arrincona las estrategias de la industria y protege a los fumadores pasivos, lo que también acota las posibilidades de encender un cigarrillo a los activos. Las cifras indican que las ventas ya alcanzaron su tope en la mayoría de los países ricos y que la tendencia en ellos seguirá a la baja. Pero existen nuevos mercados donde el porcentaje de adictos es mucho menor (ver gráfico) y el potencial de crecimiento, mayor. De hecho, en algunos de África y Asia (ver mapa) donde el consumo era casi anecdótico está aumentando, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que lo siga haciendo en la siguiente década.
Esto tampoco parece una casualidad. “La industria está avanzando en el mundo en desarrollo con estrategias parecidas a las que usó en Occidente hace décadas. Venden el tabaco como un producto aspiracional, que emula el estilo de vida de los países ricos; lo relacionan con la sofisticación”, resume Natacha Lecours, del programa de salud del canadiense Centro de Investigación para el Desarrollo Internacional (IDRC, por sus siglas en inglés).
La estrategia que la OMS puso en marcha en 2008 para hacer retroceder el tabaquismo está dando frutos, pero no en todo el mundo. Se llamó plan Mpower. Cada una de las siglas se corresponde con la primera letra en inglés de los seis pilares en los que descansa: vigilar el consumo de tabaco, proteger a la población del humo, ofrecer ayuda para el abandono, advertir de los peligros, aumentar los impuestos y hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio.
Una década después, el 63% de la población mundial vive en un país que ha adoptado al menos una de estas medidas a su máximo nivel. Se ha avanzado mucho en estos años, pero solo 24 países, habitados por el 15% de las personas del planeta, disponen de servicios nacionales integrales para ayudar a los consumidores a dejar de fumar; todavía quedan 61 países que no tienen ninguna restricción para hacerlo en lugares públicos; 52 que no incluyen advertencias en las cajetillas o 51 sin prohibición alguna a la publicidad de los productos tabáquicos, por poner algunos ejemplos.