El Ministerio de Salud de Bolivia reportó 23 casos de hantavirus hasta la semana 16 del año, de los cuales 19 corresponden al departamento de La Paz, 2 a Santa Cruz y 2 a Tarija. La situación ha dejado 7 fallecidos en los municipios de Palos Blancos y La Asunta, lo que ha impulsado la intensificación del Plan Nacional de Prevención, Vigilancia Epidemiológica y Control de enfermedades transmitidas por roedores.
Entre el 21 y el 25 de abril se lleva a cabo una intervención integral en las comunidades de La Cascada, Motacusal y Agua Dulce del municipio de Palos Blancos. Las acciones incluyen desratización, vigilancia epidemiológica activa, encuestas serológicas, promoción de la salud y capacitación del personal médico en vigilancia sindrómica y laboratorial.
El hantavirus es un virus transmitido principalmente por roedores silvestres, a través del contacto con su orina, saliva o heces. La infección en humanos puede causar el Síndrome Cardiopulmonar por Hantavirus (SCPH), una enfermedad grave que inicia con síntomas similares a una gripe —fiebre, dolor muscular, fatiga— y que puede evolucionar rápidamente a dificultad respiratoria severa y fallo cardiopulmonar.
El hantavirus no se transmite de persona a persona en la mayoría de los casos reportados en América. La letalidad del SCPH puede superar el 30%, por lo que el diagnóstico temprano y la atención médica oportuna son esenciales. La prevención se basa en el control de roedores, la protección de viviendas y áreas de cultivo, y la sensibilización de la población sobre los factores de riesgo.
El Programa Nacional de Enfermedades Zoonóticas lidera esta estrategia junto a autoridades locales y el Servicio Departamental de Salud (SEDES) La Paz, con el objetivo de contener el brote y sensibilizar a la población sobre los riesgos asociados a la proliferación de roedores silvestres.
«Las enfermedades transmitidas por roedores representan un serio problema de salud pública, especialmente en zonas de alta intervención humana», señaló Grover Paredes, responsable del programa.
Por Dr. Felvill Villalona Salas
Epidemiólogo