Aunque solemos pensar en el corazón únicamente como el órgano que mantiene la sangre circulando, pocas veces reflexionamos sobre la magnitud de su rendimiento. El corazón humano, con un tamaño apenas mayor que el de un puño y un peso promedio de entre 250 y 350 gramos, es una de las estructuras más eficientes del cuerpo.
Lo sorprendente es que este pequeño músculo genera una cantidad de energía diaria asombrosa. Según cálculos biofísicos, el corazón produce en promedio entre 1 y 5 vatios de potencia continua. Si se sumara toda la energía que genera en un solo día, sería suficiente para mover un camión de carga liviana más de 30 kilómetros.
Para ponerlo en perspectiva:
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El corazón late unas 100,000 veces al día.
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Bombea alrededor de 7,500 litros de sangre cada 24 horas.
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Y lo hace sin pausas, sin recargar y sin reemplazos, durante décadas.
Este nivel de eficiencia energética y constancia supera al de muchos dispositivos mecánicos modernos. Además, lo hace con una precisión milimétrica: adaptando su ritmo automáticamente al ejercicio, al estrés, al sueño, y a las emociones.
En un mundo donde cada vez se valora más la energía sostenible, quizás deberíamos mirar hacia adentro: llevamos un verdadero generador biológico funcionando día y noche dentro del pecho.