Reducir la insuficiencia tricuspidea de manera endovascular se asocia con una mejoría de la función hepática, un órgano ciego para muchos cardiólogos. Esto último fue especialmente cierto si la función hepática previo a la reparación de la válvula ya se encontraba alterada. La función renal en cambio no mostró modificaciones.
La reparación endovascular de la insuficiencia tricuspidea parece una opción atractiva, especialmente en los pacientes con disfunción hepática.
La reparación endovascular “borde a borde” de la válvula tricúspide emerge como una opción para aquellos pacientes inoperables, o incluso todos los pacientes, ya que la cirugía no ha mostrado beneficio en la reparación o el recambio de esta válvula. Válvula olvidada por mucho tiempo a la sombra de la válvula aórtica y mitral fundamentalmente, y además válvula que impacta en órganos ciegos para muchos cardiólogos (por ejemplo, el hígado).
Se incluyeron un total de 126 pacientes tratados en un centro con reparación endovascular entre 2016 y 2018. La función hepática y renal basal fue registrada y comparada con los resultados a 30 días y 6 meses.
Del total, 110 pacientes sobrevivieron hasta los 6 meses de seguimiento. Entre estos la función renal se mantuvo estable, incluyendo aquellos pacientes con disfunción renal crónica moderada a severa (filtrado glomerular basal 37.5 ml/min/1.73m² basal vs 40.1 ml/min/1.73m² a los 6 meses; p=0.39).
Con respecto a la función hepática, sí se observó una mejoría significativa a los 6 meses objetivadas por las transaminasas y bilirrubina. Esta mejoría fue más significativa cuanto más alterada estuviera la función basalmente.