La Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió el 3 de febrero de 2025 una alerta epidemiológica debido al aumento de casos de fiebre amarilla en varios países de la región. Durante 2024, se confirmaron 61 casos, de los cuales 30 resultaron fatales. Entre los países más afectados se encuentran Bolivia, Brasil, Colombia, Guyana y Perú.
Hasta la cuarta semana de 2025, se han notificado 17 nuevos casos confirmados, con siete muertes asociadas. Brasil y Colombia han registrado el mayor número de incidentes, cada uno con ocho casos, seguidos por Perú con un caso fatal. La propagación del virus se ha extendido a regiones no tradicionales como São Paulo y Tolima, lo que representa un riesgo adicional para las áreas urbanas.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral aguda, hemorrágica y potencialmente mortal causada por un arbovirus del género Flavivirus. Su nombre se debe a la ictericia (color amarillento de la piel y los ojos) que puede desarrollarse en casos graves. La enfermedad se presenta principalmente en zonas tropicales y subtropicales de América del Sur y África. Los síntomas iniciales incluyen fiebre alta, dolor muscular, náuseas, vómitos y fatiga. En su fase más severa, puede causar daño hepático, insuficiencia renal, hemorragias internas y la muerte. Es transmitida por el mosquito Aedes aegypti en la Región, en especial áreas urbanas, por lo que es importante las medidas de prevención y eliminación de los potenciales criaderos y los ya existentes en los hogares. En las regiones selváticas, los responsables de la transmisión son mosquitos de los géneros Haemagogus y Sabethes
Un modelo predictivo desarrollado en Brasil sugiere que la fiebre amarilla podría propagarse a otras regiones, incluyendo Argentina y Paraguay. Las autoridades están evaluando medidas preventivas para limitar la expansión del virus.
La OPS ha instado a los gobiernos de los países en riesgo a intensificar la vigilancia epidemiológica, fortalecer las campañas de vacunación y mantener dosis de reserva de vacunas para responder a posibles brotes. A pesar de la efectividad de la inmunización, la mayoría de los casos recientes no presentaban antecedentes de vacunación. Enfatizó además la importancia de una respuesta integral que incluya comunicación efectiva con la población, diagnóstico temprano y manejo clínico adecuado. Las estrategias propuestas buscan prevenir un brote de mayor magnitud y proteger a la población de esta enfermedad potencialmente mortal